¿Ansioso?

Aplicá la dicotomía de control y dejá de pasarla mal.

“En la vida, nuestro primer trabajo es dividir y distinguir las cosas en dos categorías: las circunstancias externas que no puedo controlar y las decisiones que tomo con respecto a ellas y que tengo bajo mi control.” Epicteto.

Si un arquero quiere alcanzar un objetivo con su flecha, tiene muchos elementos bajo su control. Controla por ejemplo cuántas horas practica su técnica, qué arco utiliza y, llegado el momento, cuánto tensa la cuerda y en qué dirección apunta su flecha. Pero una vez la flecha deja su arco, no hay nada más que pueda hacer.

Cicerón, en su obra "De Finibus Bonorum et Malorum", explica que el arquero controla la preparación, la técnica, y la dirección de la flecha, pero una vez que la flecha abandona el arco, ya no está en su poder influir en el resultado.

Posteriormente, Epicteto y Séneca reforzaron esta idea en sus enseñanzas estoicas sobre la dicotomía del control: centrarnos exclusivamente en lo que depende de nosotros (nuestras percepciones y nuestras acciones) y aceptar con serenidad aquello que no podemos controlar (todo lo demás).

Preocuparnos por cosas fuera de nuestro control nos genera ansiedad y frustración.
Queremos certezas, queremos que todo fluya según nuestras expectativas, queremos que nada falle, pero eso no es un plan: es una fantasía.

Si esperamos condiciones perfectas para actuar, vamos a esperar para siempre.
La ansiedad no se combate pensando, se combate actuando.
(spoiler: sí, vas a equivocarte pero justamente, actuando con miedo es como ganás claridad. El error no es tu enemigo: es tu maestro.)

“Sé impaciente con tus acciones, y paciente con tus resultados.” Naval Ravikant.

Lo único que realmente controlamos es lo que hacemos hoy, acá, ahora.
Y ahí sí, no hay excusas: hay que darlo todo. Hay que actuar con enfoque, intención y compromiso total.

Pero una vez que hicimos nuestra parte, hay que soltar. Porque el resultado ya no nos pertenece. Una ráfaga de viento, una variable externa puede cambiarlo todo.

Eso no debería frustrarnos, debería liberarnos porque no podemos controlar que el resultado sea perfecto. Pero sí podemos asegurarnos de que no sea por falta de esfuerzo. Este equilibrio (acción total en lo que depende de nosotros y aceptación radical de lo que no) es la receta contra la ansiedad.

Por eso, esta semana te proponemos el siguiente ejercicio:

Pensá en eso que te tiene intranquilo. ¿De verdad estás haciendo todo lo que podés controlar para luego soltar el resultado y aceptar el destino con serenidad?. Y como el arquero que afina su técnica antes de soltar la flecha, ¿qué acción concreta que está bajo tu control vas a ejecutar hoy dándolo todo?

Y no te olvides de disfrutar el proceso. Nada que valga la pena surge de la noche a la mañana. Enfocate en lo que está bajo tu control y tené paciencia.

Mejor cada día.
Ahabits.

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