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La motivación no te va a salvar. Esto sí.
Bienvenido a la primera edición de Ahabits. Decidimos empezar por lo que realmente importa. Por lo que sostiene todo lo demás cuando las excusas aparecen: los valores. Porque nada tiene sentido si no sabemos quién queremos ser. Y cuando todo se complica (spoiler: va a pasar), esa llama interna es lo único que queda. La motivación nos dura poco, por eso no podemos depender de ella. Lo que realmente marca la diferencia es lo que hacemos cuando no tenemos ganas. Los que progresan son los que actúan igual, sin motivación. Porque el éxito no es una cuestión de talento. Es una cuestión de constancia.
Todos queremos progresar, pero para avanzar de verdad necesitamos más que una lista de objetivos y motivación.
Tener un propósito coherente y alineado con la vida que realmente queremos vivir (nuestros valores) nos ayuda a no depender de la motivación.
Pero los valores no se revelan mágicamente un día. Se definen. Se trabajan. Son el resultado de mirar hacia adentro, hacernos las preguntas correctas y comprometernos con una dirección, incluso cuando todavía no está todo claro.
En la newsletter de esta semana vamos a explorar cómo los valores se convierten en nuestra mejor herramienta cuando la motivación desaparece, y cómo impactan en cada decisión que tomamos.
Valores: la base de cada decisión.
Los valores son como una brújula: orientan nuestro propósito y las decisiones que tomamos.
“Quien tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo” – Friedrich Nietzsche
Cuando tenemos claro por qué hacemos lo que hacemos, nuestras acciones dejan de ser reacciones automáticas y pasan a ser elecciones más conscientes. Definir nuestros valores es como afilar el hacha antes de talar un árbol. Parece una pérdida de tiempo, hasta que el filo toca el tronco. Sin filo, el esfuerzo es inútil. Sin valores claros, las decisiones pierden dirección.
"Ningún viento es favorable a quien ignora a qué puerto se dirige" - Séneca
Sin dirección, las decisiones se vuelven erráticas. En definitiva, nuestros valores nos proporcionan dirección y estabilidad. Así como una casa necesita cimientos sólidos para resistir la fuerza de un huracán, nosotros necesitamos valores claros para no ser arrastrados por nuestras emociones. Tener claridad sobre nuestros valores nos ayuda a decidir con quién queremos estar, qué tipo de relaciones queremos cultivar y qué actividades queremos priorizar.
Básicamente sin valores claros, terminamos atrapados en una rutina diseñada por otros.
Y eso no es vivir. Es conformarse.
Todo cambio empieza con un primer paso.
Lo importante es empezar. Vivir con un propósito claro no sucede por casualidad. Requiere intención, compromiso y acción. Como explica Marcos Vázquez en su artículo, nada aclara más las cosas que hacer.
Por eso, esta semana te proponemos reflexionar sobre algo simple pero potente para dar ese primer paso.
¿Qué valores tengo que cultivar para convertirme en esa persona que admiro?
Valores como la justicia, la generosidad, el coraje o la lealtad son buenos puntos de partida. Tomate 5 minutos, armá una lista con los tuyos y empezá a tenerlos presentes en tu día a día.
Acordate que es un ejercicio de exploración y ajuste que no se da de la noche a la mañana. Es un proceso, no es un destino final. No se trata de llegar, sino de avanzar actuando con virtud.
“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito.” - Aristoteles
Gracias por estar del otro lado. Esto recién empieza. En las próximas newsletters vas a recibir más ideas y herramientas para mejorar un 1% cada día. Paso a paso, con dirección.
Mejor cada día,
Ahabits